Exposiciones cotidianas: comprender las sustancias químicas no persistentes y su impacto en la salud
Los productos químicos no persistentes son un grupo de exposiciones químicas que se metabolizan rápidamente y, por tanto, no se almacenan a largo plazo en el cuerpo. Los grupos químicos no persistentes incluyen sustancias como fenoles, ftalatos, parabenos u organofosfatos. Estos productos químicos se encuentran habitualmente en productos para el cuidado personal, envases de alimentos, agentes de limpieza, pesticidas o fertilizantes. De hecho, probablemente puede mirar en su casa y encontrar muchos ejemplos de estos productos químicos, como «BPA» (bisfenol A) en revestimientos de alimentos enlatados o envases de plástico reutilizables, «perfume» en velas aromáticas o ambientadores, metilparaben en lociones o champús, «DEP» (ftalat de die hueso en frutas o verduras no orgánicas como ensaladas verdes o manzanas de residuos de pesticidas.
Estos productos químicos se utilizan ampliamente porque son rentables, cómodos y mejoran el rendimiento del producto. Por ejemplo, los ftalatos hacen que los plásticos sean flexibles, los parabenos actúan como conservantes en cosméticos y el uso extensivo de pesticidas mejora los rendimientos de los cultivos. Sin embargo, este uso generalizado aumenta la probabilidad de una exposición constante de bajo nivel en nuestra vida diaria, y puede que no sea necesario.
Es importante destacar que, aunque estos productos químicos se degradan o metabolizan rápidamente, los productos químicos no persistentes todavía pueden interferir con nuestro sistema endocrino durante la exposición activa. El sistema endocrino regula las hormonas, que son cruciales para procesos como el crecimiento, el metabolismo y la reproducción. La interrupción endocrina se produce cuando los productos químicos imitan o bloquean las hormonas naturales, dando lugar a desequilibrios. Esto puede manifestarse como problemas de fertilidad, retrasos en el desarrollo o incluso trastornos metabólicos. Si la exposición es constante durante largos períodos de tiempo, estas frecuentes alteraciones del sistema endocrino pueden afectar a nuestra salud a largo plazo.
Es especialmente importante tener especial cuidado de nuestro sistema endocrino durante los períodos vulnerables como el embarazo, la infancia y la infancia, cuando se es susceptible a los cambios ambientales. De hecho, estudios anteriores han demostrado que la exposición a estas sustancias durante el embarazo puede cambiar los patrones normales de crecimiento fetal, enfatizando aún más la importancia de explorar los efectos de estas sustancias químicas no persistentes. Con la ayuda de las participantes de BiSC, hemos podido medir no sólo el crecimiento fetal durante el embarazo, sino también la función de las arterias que transportan nutrientes y oxígeno entre la madre, la placenta y el feto. Estas medidas nos ayudan a entender mejor cómo la placenta y el crecimiento fetal pueden verse afectados por sustancias químicas no persistentes y nos dan ideas para posibles intervenciones durante estos períodos de tiempo vulnerables.
Para minimizar la exposición, podéis tener en cuenta pasos sencillos como reducir el uso de plástico optando por envases de vidrio o de acero inoxidable, eligiendo productos de cuidado personal sin fragancia o con perfume natural (por ejemplo, aceites esenciales) y lavar bien las frutas y verduras para eliminar los residuos de pesticidas o comprar ecológicos cuando sea posible. Al concienciar y avanzar en la investigación en esta área, esperamos contribuir a mejores resultados de salud para las mujeres embarazadas y sus bebés.
Este post ha sido escrito por Bethany Knox, becaria predoctoral del proyecto BiSC.