La placenta como ventana temprana para entender el desarrollo del cerebro
La Dra. Marta Cosin Tomas, investigadora del equipo BiSC, ha sido galardonada con una prestigiosa beca NARSAD Young Investigator Grant 2024, otorgada por Brain & Behavior Research Foundation. Esta fundación es una organización sin ánimo de lucro de carácter internacional centrada en mejorar el conocimiento, prevención y tratamiento de los trastornos psiquiátricos y de salud mental. Esta beca, dotada con 70.000 dólares para dos años (2025–2026), apoyará un proyecto pionero que estudia cómo la placenta puede ofrecer pistas sobre el desarrollo del cerebro infantil, gracias a la participación de las familias de la cohorte de nacimiento BiSC (Barcelona Life Study Cohort).
Aunque a menudo pensamos en la placenta sólo como un órgano de paso, encargado de transferir oxígeno y nutrientes de la madre al feto, la ciencia ha descubierto que hace mucho más. La placenta también produce hormonas, neurotransmisores y factores de crecimiento que regulan el desarrollo cerebral, y lo protege del estrés ambiental. Por eso muchas veces se habla del eje placenta-cerebro.
Uno de los mecanismos que hace posible esta influencia de la placenta sobre el cerebro es la epigenética: un conjunto de modificaciones bioquímicas, como la metilación del ADN, que no alteran la secuencia genética pero regulan la expresión de los genes. Estas marcas se encuentran en todas las células del cuerpo, pueden estar influidas por factores genéticos y ambientales (como el estrés, la nutrición o la exposición a tóxicos e infecciones), y la placenta es especialmente rica. Alteraciones en estos mecanismos epigenéticos pueden modificar la función placentaria —como el transporte de nutrientes, la producción de hormonas, la regulación neuroendocrina o incluso la síntesis y señalización de neurotransmisores—, afectando así el desarrollo del cerebro fetal. Por ejemplo, se ha observado que niveles elevados de metilación en el gen HTR2A, que codifica un receptor de serotonina, se asocian a cambios en el desarrollo neuroconductual de los bebés, poniendo de manifiesto la posible relevancia funcional de estas marcas epigenéticas placentarias (Paquette et al., 2013).
El proyecto analizará estas marcas epigenéticas en muestras de 500 placentas de la cohorte BiSC, relacionándolas con datos de desarrollo neuropsicológico recogidos durante los primeros 4 años de vida de los niños. El objetivo es explorar si determinados patrones de metilación se asocian a diferencias en el desarrollo cognitivo, emocional o conductual.
Aunque todavía estamos lejos de poder hacer predicciones precisas a nivel individual, esta investigación puede contribuir a identificar factores de riesgo tempranos y generar valioso conocimiento sobre los mecanismos biológicos que vinculan la etapa prenatal con el neurodesarrollo y la salud mental infantil.
Además, este estudio representa un paso más hacia una medicina preventiva y personalizada y es posible gracias a la implicación de las familias voluntarias que forman parte de la cohorte BiSC.
La noticia ha sido redactada por Marta Cosin, investigadora del proyecto BiSC.