¿A los 4 años ya preguntan sobre la muerte?
Últimamente algunas de vosotras habéis comentado en la visita presencial de los 4 años una preocupación común: vuestro hijo o hija de 4 años os pregunta sobre la muerte. Por eso aprovechamos este espacio de noticias y de compartir para hablar de ello.
Ante todo, que un niño de 4 años pregunte sobre la muerte es, aunque no haya habido una muerte directa a la familia, muy normal. En su día a día puede haber visto y escuchado sobre ese concepto. Por ejemplo, en cuentos o dibujos de la televisión, jugando en el patio de la escuela viendo cómo los insectos mueren o las plantas se marchitan. También, puede oír las noticias (alerta, ya que sus antenas siempre están en modo ON), conversaciones sobre familiares y amigos o escuchar sobre una mascota fallecida.
Por tanto, estamos de acuerdo en que es natural que empiece a convivir con este concepto y que tenga curiosidad. ¿Pero cómo lo entiende?
A los 4 años, los niños no comprenden del todo el concepto de “para siempre” que va ligado con la muerte. Esto se debe a que todavía tienen un pensamiento concreto y literal, y aún no acaban de diferenciar entre la realidad y la fantasía. ¿Qué significa «para siempre»? Por ellos significa por muuuuucho tiempo, pero no permanente o definitivamente. Sencillamente, hasta los 6 años su capacidad cognitiva aún no se lo permite.
Esta incertidumbre, junto con la curiosidad y necesidad intrínseca de los niños y niñas para aprender sobre su entorno, hacen que a veces parezcan obsesionados por la muerte y esto preocupa a los padres y madres. Pero no es más que una fase más del aprendizaje y el crecimiento.
Entonces, ¿cómo actuar ante preguntas sobre la muerte con niños tan pequeños?
No debemos mentir, ni cambiar de tema o ignorar la pregunta, más bien al contrario, intentamos responder y aprovechar para explicar éste y otros conceptos relacionados como el “nunca” o “para siempre”.
Damos respuestas claras y simples. Por ejemplo, podemos explicar que cuando un animal, planta o persona muere deja de comer, respirar, beber o andar. Es decir, hábitos que sepan que el niño o niña puede entender.
Si desgraciadamente tenemos una muerte cercana y debemos explicarla al más pequeño de la casa, evitamos utilizar frases como “la abuela se ha ido” o “el perrito se ha dormido”. Con estas frases, aunque intentamos suavizar la situación, podemos provocar el efecto contrario y aumentar angustias. Por ejemplo, miedo a acostarse o angustia cuando alguien se va de vacaciones, ya que lo relacionarán con lo que les hemos contado sobre la muerte.
Los niños buscan en los adultos cercanos confort y validación de las emociones que sienten. Por tanto, ante preguntas que a veces nos pueden incomodar, no les ignoramos o engañamos. Reconocemos su duda, validamos la emoción, y reconfortamos con respuestas claras y sencillas.
Finalmente, a estas alturas ya conocéis bastante el equipo del Proyecto BiSC y sabe que nos gusta dar ideas para enriquecer vuestra tarea familiar, así que aquí os proponemos un ejercicio familiar para hacer en casa:
Con vuestro pequeño de 3-4 años podéis cuidar una planta, regándola, podándola, buscando un lugar con luz y sin sol directo, ver cómo vive y crece. Si la planta se muere o encontramos una planta marchita, podemos aprovechar para hablar de este hecho, de lo que le ha pasado a la planta.
Te invitamos a compartir esta experiencia haciendo un post de la planta con una foto y etiquetarnos en @projectebisc.
¡Muchas gracias familias BiSC, hasta pronto!
Esta noticia ha sido redactada por Muriel Ferrer, psicóloga del Proyecto BiSC.